“Y las esposas de quienes fallezcan deberían esperar cuatro meses y diez días y cuando completen su plazo, no cometéis falta alguna por lo que ellas hagan consigo mismas, conforme a lo establecido”.
La traducción del Capítulo 2 del Sagrado Corán, Sura Al-Baqara, aleya 234.
En el nombre de Dios, El Compasivo, El Misericordioso
“Y las esposas de quienes fallezcan deberían esperar cuatro meses y diez días y cuando completen su plazo, no cometéis falta alguna por lo que ellas hagan consigo mismas, conforme a lo establecido”.
Introducción
Las falsas tradiciones y costumbres que traían desgracias para las mujeres: como lo hemos señalado, pues fueron privadas de los derechos más básicos, entre distintas civilizaciones.
El sabio Allameh Tabatabai al respecto nos dice: “El tratamiento de las comunidades incivilizadas con las mujeres era como tratar con animales. Se lo compró a su padre o su esposo o su hijo y lo vendió y lo alquiló y lo regaló y lo prestó para tener hijos o para el servicio o simplemente para el coito. Lo mataban en las hambrunas y en las fiestas y utilizaban su carne como comida, a veces la dejaban sin comida en el desierto como los animales inútiles, hasta que muera.”
Los árabes como los no árabes en los días pre-islámicos, consideraban que los padres tenían total autoridad sobre sus hijas, hermanas y, en ciertos casos, sobre sus madres, en la elección de esposos para ellas y no creían que estas mujeres pudiesen tener decisión y elección propia en la materia. Solamente era autoridad y función del padre o del hermano, o, si no existían éstos, del tío, el darles en matrimonio al hombre que a ellos les gustase. Este derecho fue practicado hasta tal grado, que los padres lo asumieron incluso con las hijas aún no nacidas de manera que luego de nacidas y criadas, los hombres con los que las casaron tenían derecho a llevárselas.
Notas aclaratorias
El versículo mencionado, habla sobre una de las grandes dificultades principales de las mujeres. Este problema creo que todavía existe, es el casamiento de la mujer después de la muerte de su marido. Entre algunas naciones, la mujer no podía volver a casarse después de la muerte de su esposo, quedando como una cautiva atada a muchas dificultades. En otras civilizaciones se llegaba al extremo de matar a la mujer quemándola o enterrándola con su marido.
Por otro lado, a veces en algunas ocasiones, la mujer no respetaba ningún plazo después de la muerte del esposo, hiriendo los sentamientos de los parientes del fallecido, y además si la mujer queda embarazada de inmediato, se pone en duda la paternidad de la criatura. El Sagrado Corán por medio de esta aleya mencionada, establece un plazo de espera en 4 meses y 10 días, para resolver de estos problemas.
El noble islam anula las costumbres, hábitos supersticiosos, en si todas las tradiciones injustas sobre la mujer, en realidad, el islam rescata a la mujer de estas costumbres, ya sea de la época preislámica o de la actualidad; pues recordemos que incluso a veces se llegaba al extremo del homicidio de la mujer, o de dejarla en una situación tal como que no pueda volver a disfrutar de la vida, ya que también a veces a las viudas las obligaban a vivir en una tienda pequeña y oscura junto a la tumba de su marido, sin tener permiso para lavarse y ponerse ropa nueva, en otras ocasiones imponían a la mujer que muestre su tristeza y su luto por siempre, después de la muerte de su marido.
Al respecto se debe considerar que el periodo establecido en la aleya, no es solo para ver la posibilidad de que la mujer se encuentre embarazada del anterior marido, sino también como respeto a él. El periodo empieza cuando la mujer recibe la noticia del fallecimiento del marido, aunque él haya muerte antes.
La dignidad de las mujeres en el Corán
Hay muchos temas que se habla con respecto a las mujeres en el Sagrado Corán, aquí indicamos a algunos de ellos:
Estos versículos dejan muy en claro que los hombres y las mujeres son iguales ante los ojos de Dios, y Él da la misma recompensa sobre sus acciones, sin diferencia alguna.
De ahí es que no existe distinción en los derechos de las mujeres, pero si hay diferencias, con respecto en el físico y en el espíritu que son necesarios para la continuación del sistema de la sociedad humana.
Otra aleya:
“Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederé una vida buena y le multiplicaré la recompensa de sus buenas obras” (16-97).
Según de este versículo, el criterio para alcanzar la vida pura, no son elementos como las diferencias de género o raza y rangos sociales, sino el único verdadero criterio, es la fe y la acción justa. En realidad, esta aleya demuestra que el islam no es una religión machista, sino que, si se sigue en el camino divino correcto, ambos disfrutarán de la misma vida pura, y disfrutarán de la misma recompensa en la presencia divina.
El tercer versículo de esta parte dice:
“¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y de una mujer, y los congregué en pueblos y tribus para que se reconozcan los unos a los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el de más piedad. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen” (49-13).
En este versículo, se colocan similarmente juntos hombres y mujeres, y Dios no ha hecho ninguna diferencia entre ellos en términos de recompensa, además se ha rechazado todos los privilegios materiales y superficiales.
Estas aleyas se refieren a que los hombres y las mujeres tienen una única naturaleza en común; es decir que todos juntos compartimos la misma naturaleza humana.
Fuentes consultadas
La mujer en la interpretación de Ejemplar
Sitio Khamenei.ir, “Una vistazo a la personalidad y los derechos de las mujeres en el Islam y otras naciones”.
“Los derechos de la mujer en el Islam”, profesor Ayatollah Murtada Mutahhari
Traducido por: Ehsan Semiromi