Argentina: El veneno llegó hace rato

Argentina: El veneno llegó hace rato

Por Federico Paterno para Anred.

Annur TV
Thursday 25 de Feb.

Cuando pensamos en la alimentación y qué elegimos para poner en nuestra mesa, hay datos que muchas veces no tenemos en cuenta y son indispensables para pensar qué comemos y qué controles que tienen esos alimentos. La ONG Naturaleza de Derechos viene cosechando trabajos de investigación en relación directa a este tema. El Estado, además de habilitar el uso de venenos en los alimentos, oculta y miente sobre los resultados que arrojan los controles oficiales sobre la presencia de agrotóxicos en frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas consumidos por más de 45 millones de personas en la Argentina, señalan desde la ONG. El último informe de la Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea (EFSA) informó sobre el uso de pesticidas en mas del 65% de las frutas comunes, que guardan al menos dos residuos de agrotóxicos. 


«El Veneno Continúa Llegando al Plato», es el nombre que lleva el informe. En este se advierte que hay 80 agrotóxicos detectados en 48 alimentos; el 48 % son insecticidas, 41 % fungicidas, 10 % herbicidas y 1% antioxidantes. En el caso de las verduras y frutas la lista tiene en su primer lugar al morrón con 37 agrotóxicos detectados, seguido muy de cerca por la pera con 35, la manzana con 33, y la naranja y la uva con 30 pesticidas. El informe, de más de 200 páginas, afirma que entre los 10 agrotóxicos con mayor presencia figuran: Imidalcropid en 33 alimentos, Benomil-Carben en 32 alimentos, Clorpirifos en 28 alimentos y Cipermetrina en 21 alimentos.  El contaminante de mayor impacto en la salud con su presencia en 33 alimentos tiene como efecto directo en les individues, provocar alteración hormonal y ser un agente mutagénico.

El informe de Naturaleza de Derechos, subraya la importancia de los agrotóxicos cancerígenos en los alimentos y demuestra que de los 80 herbicidas detectados, 39 son posibles agentes cancerígenos. “Muchos agrotóxicos, conforme estudios e investigaciones, han sido clasificados como agentes cancerígenos, en razón de estar vinculados a la generación de procesos neoplásicos malignos. La exposición a un agrotóxico caracterizado como un agente cancerígeno debe ser analizada bajos los principios de la carcinogénesis química, dado que un agrotóxico es un químico”, indica el texto. En marzo del 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el cáncer (IARC), con más de 15 expertos en el tema de once países definieron que el Gilfosato esta categorizado en el “Grupo 2A”, lo que significa, según la OMS, “Probablemente cancerígeno para los seres humanos”. La ONG de derecho ambiental identificó que en el año 2015 se utilizaron 427 millones de litros de agrotóxicos y para el 2018 se llegó a 525 millones.

Foto: Osiris Martí

Les integrantes del Espacio Multidisciplinario de Interacción Ambiental (EMISA) de la Universidad de La Plata fueron quienes informaron que, en la región de La Plata, ocho de cada diez alimentos tienen herbicidas. Este equipo es coordinado por Damián Marino, Licenciado en Química, Doctor en Ciencias Exactas (CONICET) y Co Director, de este estudio que lleva por nombre “Plaguicidas. Los condimentos no declarados”. Éste trabajo fue llevado a cabo entre noviembre del 2014 y abril del 2015. Entre los venenos detectados, en ese momento apareció el Endosulfan, prohibido en Argentina desde el 2013.

Otro de los alimentos que nunca falta en la mesa de las familias es el pan. La contaminación que el trigo recibe a partir de las fumigaciones con venenos es alarmante y preocupante. Entre los años 2017 y 2019 la ONG observó la presencia de 8 agrotóxicos en el trigo, entre ellos el Glifosato. “Ello se debe a la técnica de “secado rápido no natural” que se realiza sobre el cultivo de trigo días previos para realizar la cosecha en tiempo, en el modelo agroindustrial. Se trata de una fumigación con el herbicida Glifosato (también se usa paraquat, que no fue detectado como residuo por el SENASA, porque no es una sustancia que se busque en los controles)”, explicaron. El rol que cumple el SENASA como organismo estatal que debe evitar está contaminación deja mucho que desear. Está ausente y no funciona como alerta ante este envenenamiento de un alimento tan masivo para la población. Mirar hacia otro lado y permitir que se extiendan las fumigaciones con Glifosato, cuando no es atendíble la necesidad de este herbicida en el trigo, es criminal. El control debe ser más claro y menos ciego.

Damian Verzeñassi es Director de la Carrera de Medicina en la Universidad Nacional del Chaco Austral, en la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario es Director del Instituto de Salud Socio Ambiental. En esta facultad, las prácticas finales se llevan a cabo a partir de los campamentos sanitarios que se organizan. “Lo que encontramos es el crecimiento de malformaciones congénitas, abortos espontáneos, una prevalencia del hipotiroidismo realmente alarmante, incremento de los casos de cánceres, de enfermedades neurológicas, respiratorias, de la piel.Nos preguntamos: ¿Qué tienen en común las personas entrevistadas? El 90% vivía a menos de 1000 metros de campos fumigados”, explicó el doctor, en diálogo con la cooperativa de Comunicación La Vaca.  Esta información refuerza el peligro del bajo control que hay sobre los alimentos y su proceso antes de llegar a las mesas de cada familia. Las consecuencias de los agrotóxicos en la alimentación pueden ser severas. Las zonas de mayor densidad de fumigaciones son pueblos de las provincias de Entre Ríos, Córdoba y Santa Fe.

La Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Agronomía de la UBA,  fue creada en el 2011 y es un espacio construido entre docentes, estudiantes, graduados, y colaboradores, para la promoción de la Soberanía Alimentaria y de la Economía Social y Solidaria. Tienen un trabajo vinculado a los alimentos, ¿Qué políticas hacen falta para dinamizar la transición a la producción agroecológica, la solidaridad, organización y participación? ¿en una sociedad tan urbanizada como la Argentina que papel tendrían que jugar les consumidores/ ciudadanos organizados? ¿es posible controlar el precio de los alimentos sin la democratización del sistema agroalimentario argentino?; Son preguntas que desde la Cátedra de soberanía alimentaria hacen y las respuestas aún están pendientes.

“Los parámetros reglamentarios, tanto los de la normativa local (SENASA) como los del CODEX Alimentarius, no son valores guías seguros, ya que son abstractos sin comprobación empírica, y además: no consideran los efectos sinérgicos y epigenéticos y la multiplicidad de fuentes de exposición diaria a los agrotóxicos, ya sea por inhalación (en las localidades rurales donde se realizan las fumigaciones a cielo abierto) o consumo de agua con residuos de agrotóxicos”, explican desde Naturaleza de Derecho sobre el informe que otorgó el SENASA.

Los alimentos que llegan y se reparten por los comedores populares y se consumen en cada hogar no deberían tener riesgos para la salud. No obstante, el informe de la ONG que protege los derechos ambientales y humanos, clarifica de modo ejemplar que nos están envenenado con los alimentos. La matriz de producción con la mirada del agronegocio no tiende a modificarse, sin embargo existe una nueva forma de producir sin venenos con una construcción agroecológica fuera de los herbicidas y las fumigaciones. El futuro llegó hace rato y es deber de todes poder fortalecerlo.

 

 

 

Por Federico Paterno para Anred.

 

Resumenlatinoamericano


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