Roberto Chambi Calle[1]

El Estado Plurinacional de Bolivia, al igual que otros países latinoamericanos ha sido testigo y víctima de la injerencia cínica y descarada de este organismo, quien bajo le égida del imperio armó y derrocó a un gobierno legalmente constituido; pues Evo Morales ganó de manera amplia, legal, legítima y limpia las elecciones del 2019, no satisfecho con ello fue uno de los artífices del golpe de Estado en Bolivia.

Sepultar a la OEA no es un tema de ahora; sino de siempre ¿Pero, que tanto han avanzado los gobiernos más que todos los progresistas en este objetivo?, la respuesta es nada…aún no se han pasado de las buenas intenciones y las declaraciones en los distintos foros. La cuestión no es sencilla; ya que este organismo surgido irónicamente en territorio latino (Pacto de Bogotá, Colombia 1948) en los hechos es un “instrumento” de la expansión geopolítica de EEUU en Latinoamérica obedeciendo -con matices variados- a la política monroista: “América para los americanos”.

Los miembros que no estaban de acuerdo con esta política de imposición eran expulsados, tal cual sucedió

en 1962 con Cuba bajo el pretexto "Que el gobierno de Cuba, (…) se ha identificado con un gobierno marxista- leninista, es incompatible con los principios y propósitos del sistema Interamericano. Que esta incompatibilidad excluye al actual Gobierno de Cuba de su participación en el sistema interamericano" (http://www.oas.org/consejo/sp/rc/actas/acta%208.pdf), por lo cual Fidel Castro dijo que la “OEA es el ministerio de colonias yankees”; pero no bastó con su expulsión, sino le impusieron un bloqueo que, hasta la fecha continúa, peor aún bajo la mirada espuria de los demás países latinoamericanos.

Está claro que la OEA tiene doble rasero; pues, así como se expulsaba y bloqueaba a Cuba, este no decía nada cuando EEUU invadía República Dominicana en 1965 o la Corona Británica invadía las Malvinas en 1982 o cuando las tropas de militares y mercenarios estadounidenses invadían Panamá en 1989 bajo la operación “causa justa” ….

El golpe de estado en Bolivia fue una más de las tantas acciones del “ministerio de las colonias”, representado por Almagro para destruir la democracia y querer asesinar a Morales en Bolivia, tan descarado fue que hasta la fecha no se han presentado pruebas fehacientes, ni mucho menos claras del supuesto fraude.

Toda la narrativa que ha sostenido ha sido desbaratada con los distintos informes de organizaciones internacionales independientes y serias, ello días después del supuesto “fraude”. En esa línea el 6 de diciembre 2019 la CELAG declaró que el documento de la OEA no aportó prueba alguna que pudiera demostrar el “fraude” ya que la OEA se basa solo en una muestra no representativa: 0,22 % del total, sin llegar ni siquiera al 1% de las actas que supuestamente tendrían irregularidades.

Por otro lado, el 27 de febrero de 2020 el periódico estadounidense The Washington Post dijo que la evidencia estadística no respaldaba el fraude, en otro informe del 1ro de marzo de 2020 el renombrado MIT (Massachusetts Institute of Technology) declaró que “No hay ninguna evidencia estadística de fraude que podamos encontrar” y que “el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecen profundamente defectuosos”. Asimismo, el 7 de Julio del mismo año, The New York Times respecto a la denuncia del fraude por parte de la OEA dijo que las mismas “estuvieron basados en datos incorrectos y técnicas estadísticas inapropiadas”, también el Centro de Investigación de Economía y Política (CEPR) concluyó que el informe de la OEA estuvo basado en análisis estadísticos y muestras defectuosas e incorrectas.

Recientemente la Fiscalía de Bolivia contrató los servicios del grupo de investigación “Deep Tech Lab de BISITE”, representando a la Fundación de la Universidad de Salamanca, España, cuyo resultado identifica negligencias en el uso de servidores no previstos; pero que el flujo de datos del TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares) cumplió su normalidad, su objetivo, desechando una vez más la narrativa del fraude.

En días pasados ante las constantes intromisiones, abusos e injerencias contra la democracia, la soberanía, seguridad y la paz de los países latinoamericanos de la mano de su lacayo Luis Almagro, la Cámara de Representantes estadounidense incorporó en su presupuesto del año 2022 la propuesta de investigación sobre el rol de la Organización de Estados Americanos en las elecciones de octubre de 2019 en Bolivia, acción con la cual quiere lavar la cara de su arlequín, así como de su organización; pues el imperio es uno de sus máximos financiadores ya que el 60% del presupuesto anual de la OEA viene de EEUU.

Ante toda esta arremetida del imperio estadounidense y sus satélites como la OEA, se hace necesario que Latinoamérica fortalezca sus propios órganos de integración económicos políticos y jurídicos (UNASUR, CELAC, ALBA, MERCOSUR, etc) o cree otros que tengan la fortaleza suficiente para romper los muros, el bloqueo y la humillación que el imperio impone, de no hacerlo seguirá siendo el paria sumiso y servicial cuya tierra seguirá siendo su patio trasero.

Por Roberto Chambi Calle

[1] Jurista, analista en Relaciones Internacionales y teólogo, Universidad Internacional “Al Mustafá”, República Islámica de Irán.