Se llamaba Abu Rayhan Al-Biruni, lingüista, físico, matemático, astrónomo, y se instaló en Gazni, a 150 kilómetros de Kabul en Afganistán. En el siglo X, en su libro “La ley de Masoudi”, Al Biruni plantó las bases de un hallazgo revolucionario: la futura ley de la gravedad. Al Biruni identificó la gravedad específica de 18 piedras preciosas. Claro que, tiempo después, Isaac Newton se la atribuyó como propia y pasó a la historia desplazando al verdadero precursor.
Esta fue una de las perlas de Ghazni, la puerta de ingreso de los ejércitos árabes a la zona, y un antiguo centro budista. Fue la capital del estado de Ghaznavid, desde mediados del siglo X. Y era una urbe floreciente, famosa por su arquitectura, un epicentro literario y científico del mundo islámico. Más allá de las guerras que fue testigo –epopeyas de sultanes, conflictos con India-, dos torres se mantuvieron en pie durante más de ocho siglos: las llamaron las “Torres de la victoria”.
En tiempos donde Afganistán parece ser sólo revueltas y éxodos, Ghazni permanece como un monumento vivo de los tiempos de Al-Biruni.