En abril pasado, el llamado Tribunal Penal Especializado de la capital saudí de Riad condenó a Omair a siete años de prisión.

Los presos de conciencia informaron en ese momento que el fallo contra el activista se basó en acusaciones falsas de que estaba "liderando actividades destinadas a dañar la seguridad del reino".

Las autoridades saudíes volvieron a arrestar a Omair en julio de 2018, solo seis meses después de su liberación.

Fue detenido porque había presentado una denuncia a las autoridades contra quienes lo torturaron durante su anterior condena de 10 años de prisión, después de que convocara a una manifestación en solidaridad con los palestinos que vivían en la Franja de Gaza sitiada en 2008.

El grupo de derechos ALQST con sede en Londres, que es una organización no gubernamental independiente que defiende los derechos humanos en Arabia Saudita, dijo que los funcionarios sauditas impidieron que Omair asistiera al funeral de su padre, quien murió en marzo de 2019.

La organización tuiteó que Omair exigió ser puesto en libertad condicional para visitar a su padre después de que su salud se deterioró. Las autoridades sauditas, sin embargo, rechazaron la solicitud hasta que su padre falleció.

ALQST señaló que las autoridades penitenciarias sauditas también se negaron a permitir que Omair saliera a visitar a su madre enferma en el hospital.

Desde que bin Salman se convirtió en el líder de facto de Arabia Saudita en 2017, el reino ha arrestado a decenas de activistas, blogueros, intelectuales y otros percibidos como opositores políticos, mostrando una tolerancia casi nula hacia la disidencia incluso frente a las condenas internacionales de la represión.

Se ha ejecutado a académicos musulmanes sauditas, se ha encarcelado y torturado a activistas por los derechos de las mujeres, y se sigue negando la libertad de expresión, asociación y creencias.