Retrato de Estados Unidos: “Una cultura del sadismo”

Retrato de Estados Unidos: “Una cultura del sadismo”

Por Enric Lopis para Rebelión.

Annur TV
Thursday 07 de Oct.

Las imágenes fueron reproducidas, el 21 de septiembre, en medios informativos de todo el mundo. Policías fronterizos estadounidenses, montados a caballo, golpeaban con látigos a migrantes haitianos cerca de Río Grande, en Texas.

El objetivo de los agentes era que los migrantes retornaran a México, en el otro lado de la frontera (miles de ellos permanecían acampados debajo de un puente). El 29 de septiembre CNN (en español) informó –citando fuentes del Departamento de Seguridad Nacional- de que Estados Unidos expulsó por vía aérea, desde Texas, a cerca de 4.600 haitianos en diez días.

Tal vez el contexto de estos hechos pueda hallarse en el libro Esclavos Unidos. La otra cara del American Dream, el primero de la periodista Helena Villar, publicado en septiembre en la colección A Fondo de Akal.

En la introducción de este ensayo, en artículos y conferencias, el periodista Chris Hedges se ha referido al capitalismo estadounidense como “máquina sádica”, a la que también “sirve” el presidente Joe Biden. Así, el ganador del premio Pulitzer en 2002 y articulista en ScheerPost destaca que la riqueza de 657 multimillonarios de Estados Unidos aumentó en un año –desde el inicio de los confinamientos por la pandemia, en marzo de 2020- en más de 1,3 billones de dólares (Americans for Tax Fairness e Institute for Policy Studies).

Por el contrario, “a los negros pobres, los musulmanes, los indocumentados, la comunidad LGTBQ, los anticapitalistas radicales y los intelectuales se les considera desechos humanos”, afirma Hedges.

Helena Villar es corresponsal desde 2017 del canal ruso de noticias RT en Washington DC -con movilidad por todo Estados Unidos- y antes lo fue en el estado español. En una parte del texto la periodista se centra en “la normalización de la guerra”; “la máquina de matar es el mayor negocio (y el mayor fraude)”, afirma.

El gasto militar de Estados Unidos en 2020 se aproximó a los 778.000 millones de dólares, el 39% del gasto militar mundial (SIPRI, abril 2021). Asimismo en 2019 las cinco mayores empresas fabricantes de armas del mundo tenían su sede en Estados Unidos: Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dinamics (SIPRI, diciembre 2020); las cinco vendieron armas ese año por una suma total de 166.000 millones de dólares.

El otro rostro del sueño americano son las personas sin hogar o “desechados del sistema”, subraya Helena Villar. Esta afirmación puede inferirse también de los documentos oficiales. El Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos (HUD, siglas en inglés) destacó en marzo que, en una noche de enero del año anterior, había en el país 580.466 personas sin techo (el 39% eran negras o afroamericanas). Por cuarto año consecutivo se estaba produciendo un incremento de las personas sin hogar.

Por otra parte, Prison Insider apunta que en Estados Unidos hay 2,1 millones de personas encarceladas (655 por cada 100.000 habitantes), la cifra más elevada del mundo; y 4.455 centros de reclusión (entre locales, estatales y federales). La plataforma participó en la iniciativa Comprender y reducir el recurso a la prisión, del Institute for Crime & Justice Policy Research (ICPR) de Londres (junio 2021), que señala tendencias a largo plazo: las personas privadas de libertad en Estados Unidos se cuadruplicaron entre 1980 y 2008 (cuando alcanzaron el punto más alto), al pasar de cerca de 500.000 a más de 2,3 millones.

Esclavos Unidos cita ejemplos de empresas privadas que se dedican al “negocio a costa de los derechos humanos”, y gestionan prisiones y centros de detención de migrantes: Geo Group y CoreCivic. “En septiembre de 2020 un informe del Congreso de Estados Unidos detalló muertes de personas en situación de irregularidad (bajo custodia) tras recibir tratamientos médicos inadecuados o por retrasos en los cuidados sanitarios”, escribe Helena Villar. Otras compañías, como Amazon y Microsoft, se han beneficiado de contratos con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, siglas en inglés), para la vigilancia de la migración considerada irregular.

La corresponsal de RT comienza el libro mencionando la siguiente alternativa: “Salud o billetera”; porque 26,1 millones de personas (el 8% de la población estadounidense) no tuvo en 2019 seguro médico en ningún momento del año; y el porcentaje de personas con cobertura de seguro médico proporcionada por el empleador se situaba, en 2019, en el 55%. Además el seguro médico privado (cobertura del 68% de la población en algún momento de 2019) superaba al de carácter público (34%). En el mismo reporte, de septiembre de 2020, la Oficina del Censo daba cuenta de la tasa oficial de pobreza: el 10,5% de la población (34 millones de personas).

Mientras, el gigante estadounidense de los seguros médicos UnitedHealth obtuvo -entre enero y marzo de 2021- unos beneficios de cerca de 5.000 millones de dólares, muy superior al del mismo periodo del año anterior. Y las farmacéuticas -también norteamericanas- Johnson & Johnson, Pfizer, Merck, Abbvie, Bristol-Myers Squibb y Eli Lilly and Company están entre las más poderosas del mundo (el lobby farmacéutico invierte anualmente millones de dólares para influir en el presidente de Estados Unidos y los congresistas).    

Llena de contrastes, esta fotografía del american way of life pone de manifiesto, según la reportera de RT, “los pilares de la desigualdad”. De hecho, “el estadounidense medio tiene interiorizado el preguntar cuánto le van a costar sus prescripciones en las farmacias antes de comprarlas o el tratamiento sanitario que necesita antes de entrar en las urgencias de un hospital”, explica Helena Villar.

En el capítulo sobre el trabajo, la autora dedica unas páginas a Amazon. Surgido en 1994, este emporio de la denominada economía colaborativa, la logística y el comercio electrónico alcanzó en el segundo trimestre de 2021 unos beneficios de 7.778 millones de dólares. A primeros de julio, tres décadas después de la fundación, el magnate Jeft Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo, dejó la dirección de la empresa; y pocos días después viajó al espacio –en un vuelo de 10 minutos- con su nave espacial.

Existe, sin embargo, otra realidad en Amazon. Por ejemplo la del despido en abril de 2020 de dos trabajadoras, Emily Cunningham y Maren Costa, diseñadoras en Seattle, que criticaron a la empresa por la falta de protección en los almacenes y entre los repartidores frente a la COVID-19; habían reivindicado, asimismo, una mayor implicación de la compañía frente a la crisis climática. O las estrategias –de engaño e intimidación- empresariales para evitar que los trabajadores de los almacenes se organicen en un sindicato; y también los despidos por supuesta baja productividad, a partir del uso de medidores automáticos.

“Estados Unidos es la nación de la libertad que sólo da el tener dinero, de la prosperidad de unos pocos y, más bien, de la pesadilla para minorías y clase trabajadora en general”, concluye Helena Villar; “la esclavitud no sólo se encuentra en el origen mismo de esta nación, sino en su mantenimiento”, agrega la periodista (uno de los padres fundadores y primer presidente de Estados Unidos, George Washington, tenía en propiedad latifundios y esclavos; la finca de Mount Vernon en Virginia, donde residía y se halla la tumba de Washington, es un lugar abierto a visitas y homenajes).

Pero Estados Unidos es también un país en el que a menudo se denuncia el racismo policial. Donde, por ejemplo a mediados de abril, el  joven negro Miles Jackson murió por los disparos de varios agentes en la sala de un hospital en Columbus (Ohio); los hechos fueron grabados por las cámaras de uno de los policías.

Una semana después, en la misma ciudad, Ma’khia Bryant, joven negra de 16 años, murió asesinada por efectivos policiales. A finales de marzo, los disparos de los agentes causaron la muerte en Chicago, cuando tenía las manos en alto, de Adam Toledo, adolescente latino de 13 años. Estados Unidos es, asimismo, un país en el que el consumo de opiáceos ha alcanzado el grado de epidemia; o cuya población consume antidepresivos de forma masiva.

 

 

Por Enric Lopis para Rebelión.


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