En el documento, el Consejo Indígena Misionero (CIMI) enumera casos de abuso de poder, amenazas de muerte, racismo y discriminación, intento de asesinato y violencia sexual.

«Los datos de 2019 muestran que los pueblos y sus territorios tradicionales están siendo usurpados explícitamente», dijo el CIMI, vinculado a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB), en un comunicado.

Uno de los pocos indicadores que mostró una reducción fue el asesinato de indígenas, que, en todo caso, se mantuvo en cientos. En 2019 hubo 113, contra 135 en 2018.

Las invasiones, la explotación ilegal de recursos y los daños a la propiedad aumentaron de 109 casos en 2018 a 256 en 2019.

«¿Cuánto tiempo van a matar a los indígenas para explorar sus tierras?», Preguntó el arzobispo y presidente del CIMI, Roque Paloschi, en el lanzamiento virtual del informe.

«Hoy, el mayor agresor de los pueblos indígenas y la naturaleza es el propio gobierno brasileño», agregó.

«La intensificación de las expropiaciones de tierras indígenas por invasión, ocupación ilegal por extraños a la comunidad (…) se está consolidando de manera acelerada y agresiva en todo el territorio nacional, provocando una destrucción incalculable», refuerza el texto.

El informe dice que muchos agresores se sintieron alentados por la llegada al poder de Bolsonaro en enero de 2019. El presidente de extrema derecha se opone a la demarcación de tierras indígenas y defiende la apertura de sus territorios a la explotación energética y agrícola.

“En algunas situaciones descritas en el informe, los propios invasores mencionaron el nombre del Presidente de la República, confirmando que sus acciones criminales son alentadas por quienes deben cumplir con la obligación constitucional de proteger los territorios indígenas, el patrimonio del país”, insiste el documento.

Fuente: Carta Capital